Accion Humana

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Revista Digital

Irresponsabilidad, improvisación y desorientación

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Apenas asumido el gobierno argentino dictó un decreto por el cual, entre otras cosas, se liberaban algunos precios que estaban fuertemente regulados. Entre ellos, fue el caso de las empresas de medicina privada conocidas como prepagas.

Rápidamente, los precios de esos servicios se dispararon ''hacia las nubes'' provocando una avalancha de causas judiciales, las cuales en su mayoría lograron forzar a esas empresas a que retrotrajeran el costo de sus planes al nivel que tenían antes de la promulgación del decreto en cuestión.

Sin embargo, esto benefició solamente a aquellas personas que promovieron acciones judiciales, las que si bien fueron muchísimas no alcanzaron a serlo la totalidad afectada.

No faltaron casos de empresas de ese ramo que desoyeran los mandatos judiciales, y haciendo caso omiso de ellos continuaran aumentando sus precios constantemente.

Según la ‘’tesis’’ sostenida por los gobernantes, se esperaba que la liberación de precios ajustara al mercado hasta que los valores sobredimensionados volvieran -merced al juego la oferta y la demanda- a los niveles de mercado.

Pero el transcurso del tiempo demostró que esto no sucedía, y hace pocos días nos enteramos de una acción de amparo presentada por el propio gobierno ante los tribunales, tendiente a conseguir que la Justicia impida a las empresas en cuestión prolongar aumentando sus precios en forma indiscriminada.

La incoherencia no puede ser mayúscula. Pocos meses atrás, alegando y levantando las banderas del libre mercado, el gobierno libera los precios para (apenas meses después) acudir raudamente a la Justicia con el objeto de tratar, desesperadamente, de frenar la suba arrolladora de los mismos? ¿no era que -en su retórica permanente- de eso se iba a ocupar el mercado y no volver a hacerlo el gobierno? Y menos todavía un gobierno que hace del liberalismo un discurso constante?.

La realidad es que, la cúpula gobernante no tiene idea de cómo funciona un mercado libre y, por ende, el liberalismo mismo.

No basta con liberar precios en nombre del liberalismo para pregonar a los cuatro vientos que estamos en una ''sociedad liberal'', porque no es así.

Sucede que liberar precios de modo indiscriminado en una economía monopólica u oligopólica lo único que genera son precios de monopolio y no de mercado, y es eso lo que está pasando y lo que venimos observado.

La solución, naturalmente, no es tratar de dar marcha atrás y volver a regular esos precios, y menos todavía concurrir a los tribunales como lo acaba de hacer el gobierno, para obtener ese objetivo.

Sólo en una economía completamente desregulada es coherente liberar precios, pero hacerlo en una economía intervenida como la argentina únicamente produce efectos mucho peores que los que preexistían cuando más del 80% o 90% de los mercados se hallaban regulados.

Esta es la razón por la cual el mercado no se equilibra. El mercado argentino no es competitivo, y no se está dando ningún paso para que lo sea, ni en el corto, mediano, ni largo plazo. Por el contrario, lo que se nota es que, con una torpeza que roza lo infinito, se liberan unos precios en tanto se controlan otros, o se mantienen controles anteriores en un tercer caso.

Desde el punto de vista liberal se trata de un despropósito tras otro. Y siempre hablamos del ABC del liberalismo, no se trata de un conocimiento profundo y recóndito para cualquiera que está familiarizado con nociones básicas de la economía liberal. Lo que vuelve a demostrar que la arenga electoral previa a los comicios del plantel hoy gobernante fue mal aprendida por sus principales voceros, incluido los más emblemáticos.

Ahora bien, si lo primero de todo era desarticular monopolios, oligopolios y cárteles, los cuales pululan en casi todos los sectores de la producción nacional, y luego (o simultáneamente) liberar todos los precios ¿por qué no se empezó en esa dirección?.

Las respuestas posibles transitan entre la ignorancia (sospechamos que hay un fuerte componente de la mismas en el elenco gobernante), la ingenuidad e inexperiencia (donde hay otra cuota de respuesta a la pregunta) o la mala fe (donde se sabía que no se podría hacer nada de lo que se estaba prometiendo en campaña, pero de todos modos se mantuvo la perorata, porque la finalidad real y el objetivo era llegar al poder para medrar de él y en él. Es decir, pasar a formar parte de ''la casta'', diciendo que se llegaba para precisamente combatir a esa misma ''casta''.

Es difícil saber cuál de todos estos elementos posibles es el más importante.

Posiblemente creemos que exista una combinación de todos estos módulos aunque, como decimos, en distintas proporciones.

Es que un novel estudiante de derecho ya sabe, promediando su carrera, que existe toda una pléyade de leyes, normas, decretos, regulaciones, etc. no de ahora sino de decenios atrás, que dan como resultado una economía mixta pero predominantemente intervencionistas en proporciones notablemente mayoritarias.

Por cada medida de libre mercado que hipotéticamente se pudiera tomar hay, por contrapartida, 3, 4 o más regulaciones que no son nuevas sino que vienen de antaño, a las que se suman las nuevas como, por ejemplo, el aumento del impuesto ''PAIS'' que, como señala el sesudo economista Roberto Cachanosky, ha pasado del 7% que tenía en diciembre pasado con el gobierno anterior, al 17% que representa ahora con el gobierno pseudo ''liberal''. ¿desde cuándo un gobierno ''liberal'' aumenta impuestos en lugar de eliminarlos?.

Todo lo anterior no son más que consecuencias de todo lo que venimos afirmando desde hace meses: ha surgido un gobierno fruto de una improvisación y un vacío de postulantes muy similar (aunque en menor grado) a la situación que se vivió después de la renuncia forzada de De La Rua, donde claramente no había candidatos que quisieran ocupar la presidencia, y los que se fueron sucediendo rápidamente ninguno estaba capacitado para asumir tan alta responsabilidad. Al punto que, cuando finalmente se llamaron a elecciones la situación política era la misma, y lo que siguió fue un desastre.

Si bien hoy las circunstancias institucionales y económicas son algo diferentes a la de aquellas circunstancias resulta visible la carencia de gente capacitada a nivel político, a lo que se suma la improvisación, la inexperiencia, la ingenuidad y (no se sabe bien en qué medida) una cuota de mala fe.

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