Accion Humana

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Revista Digital

Pobreza, estadística y mediciones

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Un amigo muy calificado tuvo la gentileza de leer y criticar amablemente mi nota anterior. Básicamente su crítica fue que tomando dos estadísticas, la del INDEC por una parte y la de la UCA por la otra, según la primera en el primer semestre la pobreza había subido, pero acorde a la segunda, en términos trimestrales, mostraba una tendencia a la baja. Confieso que no verifiqué esos datos pero, dada la calificación de la persona que me objetaba, di la información por buena. 

Ahora bien, sin ánimo de polemizar habría, en primer lugar, que definir que entendimos uno y otro por pobreza. O, ampliando el espectro, qué entendemos por pobreza mi crítico, el INDEC, la UCA y -por ultimo- yo, para saber si los cuatro estábamos hablando del mismo fenómeno cuando aludimos al vocablo pobreza. Porque, evidentemente la palabra no es univoca sino equivoca, y puede significar distintas cosas, según las personas que hagan uso de ella, con lo cual su alcance se torna aún más relativo.

Mi desconfianza hacia las estadísticas y las mediciones radica en que se tratan -en definitiva- de resultados provenientes de valoraciones subjetivas y, como tales, varían según lo hacen sus autores. Podemos creer en unas y no en otras por algún acto de fe en sus fuentes. Pero difícil es que podamos comprobarlas objetivamente por nuestros propios medios.

Por otra parte, habría que analizar cuáles parámetros se toman para medir la pobreza, y por qué se los considera ´´definitivos'' en un mundo cambiante, con mutaciones espontáneas derivadas del mercado, y otras provocadas, originadas por el mismo poder estatal.

Ahora bien, aun salvando lo anterior, y suponiendo que todos los mencionados anteriormente nos estuviéramos refiriendo a lo mismo cuando hablamos de pobreza ¿en base a qué cuantificaciones podemos pronosticar que la tendencia supuestamente bajista (o alcista) de esa pobreza continuará ese camino?. Ya que afirmar rotundamente que en el futuro pasará A o B no implica otra cosa más que determinismo y, por cierto, yo no soy determinista.

Sin duda, deseo que a todos nos vaya bien, pero es muy distinto decir que así va a suceder, ya que es algo que depende, en buena medida, de cada uno de nosotros y, en segundo lugar, también de los demás, con quienes nos asociamos, trabajamos, comerciamos, nos rodeamos, o de quienes, de una u otra forma, dependemos.

De cualquier manera, mi punto es el siguiente: más allá de toda estadística o medición, sea oficial o privada, existe la que cada uno de nosotros podemos hacer basados en nuestra propia atenta observación de la realidad circundante. Y si las políticas de mercado efectivamente se están llevando a cabo (o no) podemos advertir sus efectos benéficos en el círculo geográfico y social inmediato en el que nos movemos, primero en nosotros mismos y luego en los demás. Y comparar nuestra propia medición con las anteriores que hayamos hecho siguiendo el mismo esquema de acción. Las que (a su turno) servirán para que repitamos idéntica operación en un futuro a definir.

De tal suerte que si, por ejemplo, convenimos en llamar pobre a alguien que duerme en la calle, y si en un primer periodo no visualizamos personas en esa condición en los lugares donde frecuentemente nos movemos, pero en un momento posterior sí, creo que no nos equivocamos si decimos que en el momento 1 no había pobreza, pero si la había en el momento 2.

En sentido inverso, si donde había alguien durmiendo en la calle ahora no lo hay, podemos afirmar, contrariamente, que la pobreza ha descendido y, eventualmente, eliminado. Claro que este último no es el caso de desplazamiento de la pobreza, es decir, en que la pobreza solamente cambia de lugar, supuesto en el cual, en realidad, no desaparece sino que existe pero, de momento, no la vemos.

Pero, si en la calle donde antes habitualmente dormía uno, ahora duermen dos ¿no representa que la pobreza en ese caso aumentó?.

Dado que el capitalismo es el sistema donde hay menos gente viviendo en la calle, este creo, es un indicador válido del nivel de libre mercado que existe en el lugar. Porque donde lo hay, crece la riqueza, lo que implica su contracara: disminuye la pobreza, lo que hace que, entre muchas otras cosas, haya más gente que pueda dormir en una casa.

El grado con el que se aplica el sistema capitalista mostrará la velocidad con la que la pobreza disminuya, es decir (y por contrapartida), aumenta la riqueza.

Donde se aplique más capitalismo más rápido descenderá la pobreza/aumentará la riqueza. Donde menos, también menor será esa relación. Pero si en lugar de capitalismo se emplea intervencionismo la pobreza se mantendrá y aumentará, siempre en la exacta medida que se adopten políticas anticapitalistas. Este último es el escenario que veo en la Argentina.

Otra guía creíble, y sencilla de percibir, es la cantidad de locales comerciales abiertos y activos en una zona específica, como puede ser un barrio, una manzana o una calle determinada. En un sistema capitalista la mayor prosperidad producida incrementará la cantidad de comercios activos. Es más fácil de ver si vivimos en una zona comercial, pero en un sistema tal deberían florecer al menos un comercio de cada especialidad también en zonas menos pudientes, aun cuando sean más espaciados. En el caso de bienes es más relevante que en el de servicios, pero no se excluyen definitivamente estos últimos.

Si distinguimos que hay más, es porque hay más capitalismo y si -por el contrario- notamos que se cierran locales, no se abren nuevamente, ni son reemplazados por otros, es porque hay menos capitalismo. Recordemos que uso los términos capitalismo, libre mercado, economía de mercado, etc., como sinónimos y sin mayores tecnicismos ni distinciones académicas para no hacer cuestiones de palabras ni dar pie a chicanas terminológicas.

Este sistema de análisis me parece más verosímil que el de dudosas encuestas, sondeos de opinión o series estadísticas de difícil demostración. La ventaja que le encuentro es que es un método objetivo y relevante de evidenciar la movilidad social fruto de un mercado libre.

Y reitero: estos hitos, hasta el presente, son negativos en la Argentina. Y no son los únicos, hay más. Solo di unos pocos ejemplos. Pero podemos agregar otros, como la cantidad de gente que se emplea en nuestro lugar o sector de trabajo, sus y nuestros propios salarios comparados de mes a mes, el poder adquisitivo de nuestros ingresos y muchos factores más, de los cuales no necesitamos de ningún boletín informativo ni noticiero que nos enseñe que es lo que pasa con nuestra economía. Tenemos ejemplos más seguros y relevantes a mano. Con estos datos, podemos construir nuestras propias series estadísticas y fiarnos plenamente en ellas.

Mientras el dólar ‘’baja’’, la pobreza y el estatismo suben

Imagen

 Por Gabriel Boragina ©

Esta foto la tomé la semana pasada, en mi habitual camino por la Avenida 9 de Julio, en el Centro de Buenos Aires: https://x.com/GBoragina/status/1841911471737033109

Familias completas durmiendo en la vía pública. Un espectáculo que existía antes de diciembre del año pasado, pero que se ha hecho más frecuente desde entonces y no para de crecer. Si este fuera un gobierno liberal o libertario tendría que ser al revés.

Mientras el gobierno se encuentra abocado en su ''lucha'' por bajar artificialmente el tipo de cambio libre (cuando en campaña se la pasó diciendo que cuanto más alto estuviera tanto mejor) lo único que realmente sube en la argentina son los precios de los bienes y servicios (que no son salarios) y el número de familias que viven en la calle.

Por el momento, la única libertad de la que ''goza'' la gente es la de dormir al aire libre (como uno de los tantos fanáticos y obcecados defensores del gobierno me contestó seriamente, exhibiendo una hipocresía a toda prueba).

Yo creo que, imágenes como esta (que se repiten a lo largo de toda la zona céntrica de Buenos Aires) son uno de los datos claves de la microeconomía (como me gusta llamarlos) porque parten de una realidad visible y palpable, que va mucho más allá que la que muestran los fríos números de la mal llamada macroeconomía y a la que se aferra un gobierno que, hasta ahora, muestra un severo divorcio con la realidad vital y diaria del ser humano.

Volviendo sobre lo artificial de la lucha mencionada más arriba, es lo más contradictorio con un mercado libre, toda vez que las manipulaciones monetarias que implican intervenir en el mercado de cambios para conseguir altas o bajas de los precios de las divisas implicadas, es puro intervencionismo socialista, nada tiene del falso liberalismo que pregona un gobierno que, hasta el momento, presenta solamente una continuidad con lo que los partidos que le precedieron hicieron en materia económica y política.

Pero la ausencia de un mercado libre se nota en todos los sectores de la vida de los argentinos como, por ejemplo, en el tema salud, donde los precios de los medicamentos no paran de aumentar (ver https://x.com/AlvarodLamadrid/status/1842320836176527478).

Lo anterior, es lo que tantas veces explicamos como los efectos malsanos de una pseudo liberalización de precios asimétrica. O lo que en otros términos también se expone por la existencia de una economía oligopólica y monopólica, por la cual ningún paso ni iniciativa se vislumbra por su desmantelamiento. Antes mas bien se nota su fortalecimiento.

También es sumamente preocupante (por antiliberal) la política exterior del gobierno argentino, que luego de haber afirmado enfáticamente prometiendo el rompimiento de relaciones diplomáticas con países comunistas termina forjando fuertes alianzas con los mismos (por ejemplo, ver aquí: https://x.com/AlvarodLamadrid/status/1842360305914872031). No es de liberales, ni de libertarios, aliarse con comunistas y socialistas.

En materia institucional el panorama no resulta mejor, sino peor que con los K. Este actual gobierno propicia el nombramiento (en nada menos que la máxima institución judicial del país, es decir, la Corte Suprema de Justicia de la Nación) de funcionarios judiciales vinculados con actos de notorio prevaricato, corrupción y el narcotráfico (ver, por ejemplo: https://x.com/AlvarodLamadrid/status/1841913594172342377) también relacionados con el gobierno anterior.

En el ínterin, y siguiendo con la temática legal, el banco central argentino continúa con sus maniobras ilícitas en causas judiciales internacionales (ver https://x.com/AlvarodLamadrid/status/1841936015595831772) para burlar a sus acreedores.

Y volviendo a la ilógica obsesión del gobierno de controlar y manipular el tipo de cambio, a pesar de su vacua y exitista propaganda, los mercados financieros internacionales se muestran pesimistas (ver por ejemplo aquí: https://x.com/dolomas/status/1842373485412094048) respecto del futuro monetario.

Y como ya es sabido en materia política, la presencia en el poder ejecutivo y sus áreas adyacentes de miembros emblemáticos de la tan odiada 'casta'' (ver https://x.com/AlvarodLamadrid/status/1841985359690793223) desmiente cualquier semejanza con alguna ''política liberal''.

Como se ve, no es sólo la economía la que nada tiene de liberal/libertaria, sino todo: la política, la justicia, la educación, la cultura, en fin, todo el complejo social en su conjunto lo que nada tiene que ver con el liberalismo.

Entonces, no se trata de criticar por criticar a una persona, ni de cuestiones personales, ni de simpatías o antipatías, se trata de censurar una política divorciada de un discurso mentiroso y falaz, que confunde a la gente y daña la imagen del liberalismo genuino.

Horizonte tormentoso

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Con un 52 % de pobreza y con fuerte caída del empleo privado resulta cada vez más claro que en Argentina no se ha establecido nada parecido a un gobierno ''liberal'' o ''libertario'' (como se proclama por doquier).

Locales comerciales donde otrora funcionaran negocios de toda índole permanecen cerrados y acumulando basura en sus frentes. Persianas que se bajan para no levantarse más. Y así por el estilo. Sólo sus veredas son ocupadas por personas que duermen sobre una lona o un maltrecho colchón deshilachado y apenas cubiertos por una manta o en la mayoría de los casos simplemente cartones que se encontraron en algún basural.

Como el fenomenal Ludwig von Mises ha establecido, el axioma fundamental de la acción humana es pasar de un estado menos satisfactorio a otro mejor. Este axioma se cumple inexorablemente, no solamente en aquellos casos donde existe libertad sino cuando mayormente se carece de ella.

De modo tal que, si un negocio, un empleo o cualquier otra actividad que el hombre haga genera pérdidas en lugar de la ganancia esperada, la manera de pasar a una situación mejor es cerrando el negocio o renunciando al empleo. Y esto es lo que está pasando en Argentina, y que un gobierno que se jacta de ‘’conocer al detalle’’ la teoría de L. v. Mises, no ve.

Cuando la opción ya no es ganar sino dejar de perder implica que el hombre ejerce su libertad con un número muy reducido de opciones, lo que opera en el sentido de una libertad minúscula (porque pudiendo ganar más debe ‘’preferir’’ ganar menos).

No se trata de que algunos sectores estén mejor que otros en términos absolutos, sino que en un sistema liberal todos los rubros progresan en términos relativos, a distintos ritmos es verdad, pero siempre en ascenso. Esto implica el acceso de todos a más y mejores bienes y servicios. Lo que en economía conocemos como un mejor nivel de vida. Sólo el sistema liberal puede garantizar esto, pero también es clarísimo que no es lo que ocurre en Argentina con el autodesignado gobierno ''liberal/libertario''.

Y ello por lo que venimos diciendo desde el comienzo de la presente gestión, salvo en discursos y arengas o en medidas cosméticas y superfluas, las grandes reformas liberales están lejos de haberse emprendido. Solo se declaman, pero ningún paso en concreto se da hacia ellas. Y esto encuentra su explicación en la misma conformación del gobierno que desde el principio ha sido compuesto por figuras políticas de la tan denostada ''casta'' provenientes, por un lado, de un partido profundamente populista cono lo es el peronismo en sus diversas variantes (hay menemistas y también personajes de extracción ''K'') y por el otro lado incluye integrantes del PRO (un partido socialdemócrata). Difícilmente con colaboradores tan notoriamente antiliberales como el peronismo, de una parte, y -por la otra- de un pseudoliberalismo en las formas y poses pero no en el fondo (como el PRO) pueda llegarse algún día a algo parecido al liberalismo.

Esta confusa y heterogénea conformación del equipo gobernante encuentra su explicación en la falta de un sostén popular al ideario que enarboló el partido ganador para conseguir su acceso al poder.

En la emergencia de evitar que el peronismo K continuara destruyendo la economía del país, se optó por una salida desesperada, inesperada e indeseada, incluso por los mismos que votaron a los triunfadores. Se prefirió, sintéticamente, a malo por conocer que a malo conocido, (parafraseando y adaptando un refrán popular). En un país donde la tradición es improvisar, la política se maneja de la misma manera y, por supuesto, la economía tampoco es una excepción.

Y la práctica improvisadora criolla, trajo consigo lo de siempre: crisis recurrentes en lo político y lo económico. Es decir, Argentina se debate en su historia acostumbrada, una historia que arrastra desde el primer peronismo hasta el día de la fecha, pero que encuentra raíces más profundas.

Como ya marcamos muchas veces, de seguir este camino las esperanzas son frustrantes en cuanto a obtener un país liberal. Mas bien todo lo contrario.

Pobreza, estadística y mediciones

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