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Hayek: democracia, socialismo y liberalismo

 


Por Gabriel Boragina ©

 

Camino de servidumbre de Friedrich A. von Hayek (premio Nobel de economía 1974) fue escrito en 1944. Sin embargo, sus conceptos son plenamente aplicables a la actualidad. Ponen claridad y sensatez en los temas sociales que aun hoy en día se siguen discutiendo.

A pesar de ser poco conocido masivamente, es un libro que tiene un valor histórico y doctrinal a la vez, porque nos permite indagar en la génesis de las doctrinas que hoy continúan en debate.

Yo la tildo como una obra profética y visionaria, como casi todas las de los autores que pertenecieron a la aun hoy mayormente ignorada Escuela Austriaca de Economía.

Mi intención será -en lo que sigue- citar y comentar sólo unos pocos párrafos del autor, donde aborda el tema de la democracia, el socialismo y el liberalismo. Comentario que, en modo alguno reemplaza la lectura completa de la obra. Comencemos:

 

‘’Sólo bajo la influencia de las fuertes corrientes democráticas que precedieron a la revolución de 1848 inició el socialismo su alianza con las fuerzas de la libertad’’[1]

 

La democracia en sus orígenes fue, sin duda, un producto del liberalismo. El socialismo fue genéticamente antidemocrático en razón de su antiliberalismo.

La aguda observación de Hayek nos da la pauta que, el prestigio de la democracia era tan grande en esa época, que a los socialistas no les quedaba mucho margen (si es que su intención era popularizarse entre las masas) que reconocer esa estrecha asociación entre democracia y liberalismo.

 

‘’Pero el nuevo «socialismo democrático>, tuvo que vivir mucho tiempo bajo las sospechas levantadas por sus antecesores. Nadie vio más claramente que De Tocqueville que la democracia, como institución esencialmente individualista que es, estaba en conflicto irreconciliable con el socialismo’’[2]

 

En sus orígenes, la palabra democracia tenía un sentido univoco y, por ello, podía ser fácilmente identificada con el liberalismo. Con el tiempo, y la irrupción del populismo, fue desdibujándose esa identificación casi natural y, paradójicamente, mediante diversos trucos semánticos, se la fue asociando con su contrario : el socialismo. Pero, como el mismo Hayek nos advierte, esto no fue evidente para la mayoría hasta bastante después.

No era obvio para De Tocqueville en 1848 que la democracia que él había conocido se transformaría alguna vez mas tarde en la tiranía de las mayorías sobre las minorías. Tampoco era indudable para los entusiastas partidarios de la democracia de aquella época.

 

‘’La democracia extiende la esfera de la libertad individual (decía en 1848]; el socialismo la restringe. La democracia atribuye todo valor posible al individuo; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un simple número’’.[3]

 

Esto describía para De Tocqueville lo que nosotros hoy denominaríamos la democracia republicana o directamente liberal. [4]

La democracia representaba entonces una clara victoria del liberalismo sobre el absolutismo, y por eso su defensa era encendida, y muchas veces poco precisa conceptualmente.

Probablemente, con la expresión ‘’extiende la esfera de la libertad individual’’ De Tocqueville quisiera aludir a la libertad política, entendida como la participación del plebeyo (hoy diríamos ‘’el ciudadano de a pie’’) en la formación del gobierno, por así expresarlo.

En otros términos, el hombre del llano (a quien no se consultaba, ni se tenía en cuenta su opinión en las monarquías absolutas) adquiría bajo el novedoso sistema democrático un papel que pasaba de pasivo a activo, mediante el reconocimiento del derecho a elegir a sus autoridades. La esfera de su libertad se extendía a áreas que antes del advenimiento de la democracia le estaban vedadas.

 

‘’La democracia y el socialismo sólo tienen en común una palabra: igualdad. Pero adviértase la diferencia: mientras la democracia aspira a la igualdad en la libertad, el socialismo aspira a la igualdad en la coerción y la servidumbre’’.[5]

 

Como siempre hemos de aclarar, esta igualdad de la que se habla es teórica o -más precisamente- una igualdad de origen conceptual, ya que la mera observación nos da cuenta que en la naturaleza no existe nada igual, ni física, ni intelectual, ni espiritualmente. O como en feliz fórmula expresara un importante autor, ´´la igualdad es una abstracción de las matemáticas’’.

De esta verdad surge que la igualdad tiene pocos puntos de contactos con la libertad, porque fácil deberá ser comprender que si en el mundo no hay nada igual la única libertad que puede reconocerse es esa: la de ser todo (y todos) distinto/s. No se trata de un derecho sino de un hecho. Pero es necesario que el derecho lo admita como tal (como lo que es: un hecho).

 

"Mientras los «progresistas», en Inglaterra y en los demás países, se forjaban todavía la ilusión de que comunismo y fascismo representaban los polos opuestos, eran más y más las personas que comenzaban a preguntarse si estas nuevas tiranías no proceden de las mismas tendencias’’.[6]

 

La distinción que se hacía entonces (y todavía se hace) entre ambos no era más que resultado de una efectiva, prolongada e iterativa propaganda.

Como decía el tristemente célebre ministro de la propaganda nazi, Joseph Göebbels, sigue siendo cierto, por desgracia, que ‘’una mentira repetida suficiente número de veces, termina convirtiéndose en verdad’’ para los espíritus pocos reflexivos, y ellos abundan en todas partes, como la experiencia histórica nos permite advertirlo.

Hoy como ayer, las personas vuelven a plantearse el mismo interrogante. Es decir, la historia se repite, con lo que se demuestra que aquella propaganda persiste, tal vez en forma más sutil que entonces, y la prevalencia del progresismo que pervive, si bien en distintas variantes.

El mismo autor explica en su brillante obra el origen común del comunismo y fascismo, como también lo hiciera el economista y sociólogo Ludwig von Mises, mentor de Friedrich A. von Hayek.

Por desgracia, el fin de las ideologías pregonado por autores como Francis Fukuyama no es más que una falacia.


[1] Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. pág. 54

[2] Hayek, F. v. Camino…ob cit. Pág. 54

[3] Hayek, F. v. Camino…ob cit. Pág. 54 (citando a De Tocqueville).

[4] Ver nuestro libro La democracia

[5] Hayek, F. v. Camino…ob cit. Pág. 54 (citando a De Tocqueville).

[6] Hayek, F. v. Camino…ob cit. Pág. 54.

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