Industrialización

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Cambio, ‘’destrucción creativa’’ y pobreza

 


Por Gabriel Boragina ©

‘’No habiendo nada perfecto, no podemos soslayar que el cambio también tiene el inconveniente de causar inseguridad; pero, por otra parte, la inseguridad tiene su lado virtuoso, porque estimula la prudencia, la inventiva, la tenacidad, la diligencia y la innovación. Insoslayablemente, el cambio es parte del costo del progreso en nuestro imperfecto mundo, en el cual es inconcebible un progreso sin cambio’’[1]

Por eso, porque en virtud de nuestra imperfección no podemos prever el futuro al que no conocemos, es que ningún gobierno del mundo puede evitar el cambio o protegernos del mismo. Como esos padres sobreprotectores de sus hijos, el paternalismo estatal lejos de hacernos un bien nos provoca un gran mal.

Pero, además, los gobierno no pueden provocar cambios ‘’colectivos’’ porque ello implica negar la realidad que todo cambio es individual, y para generar un ‘’cambio colectivo’’ el gobierno debería meterse hasta en los más mínimos e íntimos detalles de nuestra vida. Muchos son los gobiernos que trataron de hacerlo, y aún siguen en ese intento. Este es el secreto de la causa de la miseria y la indigencia de los países[2]

‘’La adaptación y el cambio eventualmente convierten en obsoletos activos tangibles e intangibles. El economista Joseph Schumpeter llamó a este proceso "la creación destructiva". Pero esta adaptación no ocurre a menos que en cada transacción comercial se produzca un beneficio mayor que el sacrificio: un incremento neto de la riqueza social’’[3]

El autor sigue hablando del cambio positivo, pero nosotros debemos recordar que el cambio puede ser negativo como explicamos más arriba.

El remanido concepto de ‘’destrucción creativa’’ nunca nos satisfizo, es un oxímoron, porque, en nuestra opinión, no refleja lo que sucede en un mercado libre. La palabra destrucción es inapropiada, por cuanto va asociada a la fuerza y la violencia, y el mercado (cuando es libre) es antitético con cualquier tipo de agresión. Preferimos usar la expresión transformación creativa cuando aludimos a este cambio positivo. El cambio negativo si, está completamente identificado con la destrucción que, por su propia naturaleza, no puede crear nada, si no, no sería destructiva.

Este último es, precisamente, el cambio provocado: por el gobierno.

‘’En la medida en que a todos, de forma dispersa en el tiempo, les llega su turno de participar en el incremento de la productividad, surgen nuevas y mejores oportunidades’’[4]

La explicación de cómo es posible que suceda esto, se halla en el axioma básico de la economía que tantas veces citamos: los recursos son escasos y la necesidades ilimitadas. Es el segundo término de este principio lo que explica el incremento de la productividad: procurar cubrir esas necesidades nuevas. El punto es que, cuando se creen satisfechas vuelven a surgir estas y nuevas otras.

Sin embargo, hemos de repetir que si el gobierno interfiere el fenómeno que describe el párrafo en comentario no se da, o de darse lo hace parcialmente y con atraso, como bien lo aclara el profesor Ayáu seguidamente:

‘’Puesto que un intercambio libre y pacífico no ocurre salvo que beneficie a las partes que intercambian, interferirlo implica necesariamente una disminución del bienestar; o sea, del progreso de los pueblos’’[5]

Vivimos en una sociedad, por desgracia, de este tipo de modelo. La sociedad intervencionista descripta tan magistralmente por L. v. Mises[6]. Por eso estamos en condiciones de decir que más del 80% de la pobreza mundial se debe a los gobiernos[7]que interfieren con la economía.

Lo anterior sucede aun cuando las intenciones de los gobernantes sean las mejores.

‘’Que el intercambio libre sea tan poco comprendido y apreciado constituye, sin duda, una de las principales causas de la pobreza que todos lamentamos; y cuando, por ignorancia, se utiliza el poder coercitivo del Estado para impedirlo, inhibirlo o restringirlo, insoslayablemente se incurre además en una supresión parcial o total de la condición más preciada del ser humano: su libertad, la propiedad de su propia persona’’[8]

La libertad definida por este autor como ‘’la propiedad de su propia persona’’ es una de las definiciones más brillantes (a mi juicio) de la tan cacareada palabra libertad.

Que la pobreza es causa de la ignorancia es indudablemente cierto, aun cuando en algunos casos haya gobernantes que produzcan pobreza deliberadamente contra sus oponentes políticos. Tal era la postura de Marx en favor de los proletarios y en contra de lo burgueses en su teoría de la explotación. Puede haber algo de mala fe cuando un gobierno (como el peronismo en Argentina) sume en la pobreza deliberadamente al pueblo sólo con el objeto de perjudicar la gestión del próximo gobierno por si no llegan a ganar otra vez los primeros las elecciones.

Pero en el fondo tal política es torpe y cortoplacista, porque si un gobierno tras otro procediera de la misma manera pauperizando a la sociedad sólo como castigo a una eventual gestión futura de la oposición, tal torpeza se haría evidente cuando ya ningún gobierno tuviera de donde rapiñar recursos porque el grado de pauperización sería tan grande que a nadie le convendría gobernar.

 ‘’Nadie tiene interés en que exista la pobreza que vergonzosamente aún perdura en el mundo. La misma no se debe a una conspiración de hombres de mala voluntad, pues aun a los picaros y ladrones les conviene vivir en una sociedad próspera, por lo que tenemos que concluir que la pobreza perdura por error, una aberrante apreciación del orden social y falta de comprensión de la naturaleza y de las causas de la riqueza de las naciones. La persistencia de la pobreza debería inducir a las personas influyentes y de buena voluntad a cuestionar sus premisas sobre política económica’’[9]

Ese error que perdura -a mi manera de pensar- encuentra su base en los filósofos y pensadores del pasado más influyentes, como Platón, Hegel y Marx, coincidiendo con la tesis de Karl R. Popper, expuesta en su libro La sociedad abierta y sus enemigos. Puede verse un comentario a esta obra en mi libro La economía y filosofía del capitalismo.


[1] Manuel F. Ayau Cordón Un juego que no suma cero La lógica del intercambio y los derechos de propiedad Biblioteca Ludwig von Mises. Universidad Francisco Marroquín. Edición. ISBN: 99922-50-03-8. Centro de Estudios Económico-Sociales. Impreso en Guatemala. Pág. 54

[2] Tratamos el tema in extenso en El secreto de la riqueza y el fin de la pobreza

[3] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 54

[4] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 54

[5] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 54

[8] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 54/55

[9] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 56

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