Por Gabriel Boragina ©
‘’Cuando, por ejemplo, el ingreso de divisas procedentes de remesas es mayor que las salidas de capitales, la baja del precio de las divisas fomentará las importaciones, y éstas serán mayores que las exportaciones para mantener la ecuación. Es decir: la balanza comercial será, como se la designa convencionalmente, "negativa 27’’’’[1]
Aplicará la teoría de la utilidad marginal al tema[2], dado que cada unidad monetaria que se agregue al grupo reduce el valor total del conjunto. La entrada de capital reduce su precio.
Hay que destacar que frente a cierta terminología confusa que emplea de manera sinónima precio y valor, lo que, en realidad, en el caso se reduce es el precio de la divisa y no su valor. Esto, por cuanto se recordará que, si bien el precio es una medida cuantitativa y por ello mensurable, el valor, en cambio, lo es cualitativo, por lo tanto inmensurable, excepto subjetivamente.
‘’• Lo opuesto ocurrirá cuando se produzca una salida ("fuga") de capitales: el aumento del precio de las divisas hará que su precio suba, fomentando las exportaciones y desalentando las importaciones. En ese caso la balanza comercial tenderá a ser "positiva". [3]
Los tenedores de divisas verán que su poder adquisitivo es mayor porque tenderán a escasear y además aumentará su demanda. Ello los impulsará a exportar, ya que vender en el exterior será mucho más rentable que hacerlo en el país. Lo cual volverá a aumentar la cantidad de divisas que ingresen al país que –nuevamente- comenzarán a bajar su precio alentando las importaciones, etc. repitiendo el ciclo anterior
‘’Así es que, paradójicamente, una balanza comercial "negativa" puede ser un signo de bonanza, porque significa que están entrando capitales. Desde el punto de vista económico, "negativo" no es sinónimo de malo, ni "positivo" es sinónimo de bueno’’.[4]
Sin embargo, la denominación deriva de un concepto antagónico nacido del mercantilismo que sostenía que exportar era ‘’bueno’’ e importar era ‘’malo’’, porque al hacer lo primero entraban divisas que para ellos era ‘’riqueza’’, y al proceder a lo segundo esas divisas se iban del país lo cual –expresaban- era ‘’malo’’.
Como dijimos antes, basados en el dogma Montaigne creían que lo ´único que podía constituir riqueza era el metálico (oro o plata, y luego sólo oro). Hoy en día esa mentalidad prevalece, y sólo se tiende considerar ‘’riqueza’’ al dinero sin más.
‘’• Sería raro que los exportadores promovieran la baja de los impuestos de importación. Sospecho que es porque no están al tanto de que la supresión o rebaja de las tarifas de importación aumentaría sus ingresos’’[5]
Está en el interés de los exportadores que existan importaciones aunque ellos no lo piensen así.
Al facilitarse las importaciones, la salida de divisas como se explicó, hará que su precio suba con lo cual se transmite poder adquisitivo a los exportadores, aumentando el tipo de cambio. Se conseguirá más moneda local cambiando menos moneda extranjera. Y la manera de conseguir más moneda del exterior es precisamente exportando. Esto enriquece a los exportadores.
‘’Pasa inadvertido que disminuir los impuestos y obstáculos a las importaciones es de interés para los exportadores, pues, como se indicó arriba, en la medida que suba la demanda de divisas, y en consecuencia su precio, en esa medida resultará más rentable la producción para exportar’’[6]
Falta de conocimiento de cómo funciona el comercio exterior y -en realidad- la economía toda, es la causa de que no se perciba el beneficio para importadores y exportadores de que no haya restricciones al comercio exterior.
Es que no se termina de entender que se importa para exportar y se exporta para importar. Que ambas son dos caras de la misma moneda y no antagónicas ni separadas entre sí.
‘’Para apreciar el efecto en los ingresos de los exportadores, cuando se restringen las importaciones con impuestos, cuotas u otras barreras, imagínese lo que pasaría si simplemente se prohibieran las importaciones: las exportaciones no existirían, debido a que el mercado para sus divisas no existiría tampoco’’[7]
Supóngase que comprara bananas a Brasil y de repente el gobierno me lo prohíbe. Si las divisas no sirven ya para importar, su valor disminuirá abruptamente porque tampoco habría demanda de ellas. Los importadores dejarían de demandar divisas y el mercado de estas desaparecería. Las divisas en poder de los exportadores no servirían para nada. En consecuencia, tampoco tendría sentido exportar lo que, en rigor, se tornaría en imposible.
‘’De dónde provengan las importaciones es irrelevante, pues el comercio es triangular e indirecto, mediante el uso del dinero, y no requiere balance entre las partes, en la misma forma que no esperamos un balance con todas las personas con quienes intercambiamos’’[8]
De la misma manera que lo único que interesa cuando compramos algo en la tienda es la calidad del producto y el precio, la gente opera de la idéntica forma cuando el comercio es exterior.
No nos interesa la persona del vendedor, ni que es lo que hace con nuestro dinero luego de entregárselo. Si, en cambio, nos fijamos en que la compra sea barata y el artículo el mejor. Si el vendedor tiene más o menos dinero que nosotros es un dato que no influye en la transacción. No es esto último lo que determina la decisión de comprar y de vender.
Nadie en su sano juicio pediría los balances de sus vendedores para decidir si se les compra o no.
[1] Manuel F. Ayau Cordón Un juego que no suma cero La lógica del intercambio y los derechos de propiedad Biblioteca Ludwig von Mises. Universidad Francisco Marroquín. Edición. ISBN: 99922-50-03-8. Centro de Estudios Económico-Sociales. Impreso en Guatemala. Pág. 50
[2] Ver nuestro tratado La ciencia económica en tres tomos.
[3] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
[4] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
[5] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
[6] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
[7] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
[8] Ayau Cordón M. F. Un juego que…ibídem pág. 50
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