Accion Humana

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Revista Digital

Por qué el mesianismo dirigista está condenado al fracaso


Por Gabriel Boragina ©

Asistimos a una época en la cual somos testigos de la paradoja que significa que grupos que declaman ‘’defender la libertad’’, aspiran, en realidad, mediante la política a dirigir los destinos de sus semejantes creyendo implícitamente ser superiores a ellos al ocupar posiciones de poder.

Sucede. en contexto. que tienen un concepto completamente errado de lo que significa el término sociedad. Sin embargo, un pensador a quien se ufanan de conocer bien los desmiente enteramente :

‘’Llamamos sociedad a una multitud de hombres cuando sus actividades están mutuamente ajustadas entre sí. Los hombres en una sociedad pueden perseguir exitosamente sus metas porque saben qué esperar de sus pares. Sus relaciones, en otras palabras, muestran un cierto orden.’’ [1]

            Ese orden se da espontáneamente, sin necesidad de que ningún dirigente político lo imponga o quiera reencauzarlo por otros carriles que, a su personal juicio y el de sus seguidores sea necesario forzar. Cuando un dirigente político pretende imponer un orden distinto, o modificar (según sus valores personales y el de su grupo) el orden existente, entonces, se produce otra aparente paradoja mayor: la consecuencia es el desorden.

‘’Cómo puede producirse o ser logrado un orden semejante de las múltiples actividades de millones de hombres es el problema central de la teoría social y de la política social.’’[2]

            Justamente, ese debate se produce porque se niega tal orden espontáneo. Y se lo niega por cuanto al dirigista le es inconcebible que la sociedad (es decir el conjunto de los hombres) pueda actuar en forma independiente de un organismo que lo direccione en uno o en otro sentido.

‘’Algunas veces la misma existencia de tal orden es negada cuando se asevera que la sociedad - o más particularmente, sus actividades económicas - es "caótica"[3].

Esta es la perfecta excusa que tienen esos políticos dirigistas (que a veces posan de ‘’liberales’’ o ‘’libertarios’’) como forma de engañar al pueblo cuando, su mismo deseo a ocupar los máximos puestos del poder político, está negando, en los hechos, lo que sostienen en el discurso.

‘’La ausencia completa de un orden, sin embargo, no puede ser sostenida seriamente. Lo que significa presumiblemente esa queja es que la sociedad no es todo lo ordenada que debería ser’’[4]

Y la gran pregunta que ese dirigista no contesta es ¿Quién determina o establece ‘’todo lo ordenada que debería ser’’ una sociedad dada?. Naturalmente la única respuesta posible es que quien anhela a ser su director supremo es el único que se considera capaz de tomar esa decisión por todos los demás.

‘’El orden de una sociedad existente puede inclusive ser capaz de una gran mejora; pero la crítica es debida principalmente a la circunstancia que tanto el orden que existe como la manera en que se forma no son fácilmente percibidos.’’[5]

            La persona no habituada a reflexionar sobre estos temas que son, por desgracia, la mayoría de nuestros congéneres, tenderá a pensar de manera simple e intuitiva que, si existe un orden es porque alguien lo asignó o debió imponerlo, y que -de lo contrario- donde se observa un orden habría caos.

‘’El hombre sencillo estará al tanto de un orden de los asuntos sociales sólo a un punto tal que ese orden haya sido arreglado deliberadamente; y está inclinado a culpar la ausencia aparente de un orden en mucho de lo que ve al hecho de que nadie ha ordenado deliberadamente esas actividades.’’[6]

            Sin embargo, tal criterio de orden es a título puramente personal. Individualmente, cada uno percibe lo que es o no orden de un modo diferente. Esto denota que las personas simples tienen una mentalidad dirigista, la que opera no solamente en relación a sus propios asuntos, sino que se extiende a los acciones de los demás, y eso hace que quieran ordenar la vida de otros de conformidad con sus personales criterios acerca de cuál convendría ser ese orden que correspondería dárseles.

‘’El orden, para la persona común, es el resultado de la actividad de ordenar de la mente que ordena. La mayoría del orden de la sociedad del que hablamos no es, sin embargo, de este tipo. Y el reconocimiento que tal orden existe requiere una cierta cantidad de reflexión.’’[7]

            El razonamiento simple de las personas comunes es que no hay orden sin una mente que ordena. De tal suerte que, ensancha este pensar a todo, de la misma manera que intuitivamente sabe que si su mente no le dice que ordene la ropa de su vestidor, ella no lo hará por sí misma. Es decir, entiende la mente como rectora y todo la que está fuera de esa mente lo percibe como objetos. Esta percepción incluye tanto a los objetos en sí mismos como a las personas que están fuera de su entorno.

‘’La principal dificultad es que el orden de los eventos sociales generalmente no puede ser percibido por nuestros sentidos más puede solamente ser rastreado por nuestro intelecto. Esto es, como veremos, un orden abstracto y no uno concreto. Es también un orden muy complejo.’’[8]

            Nuestro conocimiento se reduce a nuestro pequeño mundo que, por muy amplio que lo creamos a nivel personal, no deja de ser minúsculo en comparación con todo lo demás.

            La percepción de nuestros sentidos es muy limitada y, además, es provisoria, nunca definitiva. Es, como bien dice Friedrich A. von Hayek, el intelecto lo que permite complementar lo que nuestros sentidos no pueden alcanzar.

‘’Y es un orden que, aunque es el resultado de la acción humana, no fue creado por los hombres acomodando deliberadamente los elementos en un modelo preconcebido.’’[9]

            En otras palabras, nos está hablando de la ausencia de planificación, que es el fruto de un obrar prediseñado por uno o varios hombres. 

           El orden social no es la consecuencia de actos deliberados a nivel individual que tengan por objeto crear ese orden específico, sino que son esos mismos actos, pero orientados a fines exclusivamente particulares, es decir, egoístas en el más completo sentido de la palabra, como (en términos distintos) lo explicara Adam Smith premonitoriamente en 1776.


[1] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN EN LA SOCIEDAD’’ Revista Libertas 36 (Mayo 2002) Instituto Universitario ESEADE- DOCUMENTOS..

[2] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem.

[3] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem

[4] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem.

[5] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem

[6] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem

[7] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem

[8] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem

[9] Friedrich A. Hayek ‘’CLASES DE ORDEN …..’’ ibidem.

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