Accion Humana

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Revista Digital

Expectativas. Corroboración y falsación

 Por Gabriel Boragina ©

‘’Si la gente considera, a su propio juicio, que no lo beneficia cumplir con la ley, no la obedece. Solo cumplimos las leyes cuando creemos que nos beneficiamos. Aclaro que no estoy diciendo que nos beneficiamos sino que creemos que nos beneficiamos. Porque la evaluación de las preferencias subjetivas no se basa en la certeza del costo o del beneficio, sino se basa en la suposición del costo y del beneficio. Tú crees que te cuesta y crees que te beneficias y actúas en consecuencia``[1]

Esto es exacto. Pero nuevamente, recalcamos que es una derivación lógica del axioma central de la acción humana que ya expuso L. v. Mises hace considerable tiempo atrás.

Ese axioma por el cual todo individuo solo actúa con la intención de pasar a un estado mejor en el que se encuentra se aplica a todos los órdenes de la vida y desde luego, también al legal. Pero esto se llama especulación, que no es más que la expectativa que todos tenemos que, si emprendemos la acción ‘’A’’ llegaremos a la meta deseada, y el costo de oportunidad será dejar de lado las acciones ‘’B’’, ‘’C’’, ‘’D’’, etc.

No obstante, puede suceder –y de hecho ocurre a menudo- que ex post descubramos que ‘’A’’ no era el camino correcto sino cualquiera de los alternativos que dejamos de lado. Y -como dice el autor-, cuando elegimos cumplir o no con la ley ‘’X’’, sucede de la misma manera. En este sentido, evaluación y especulación son sinónimas.

‘’Entonces se dice que en economía no rige el principio de causalidad, ustedes me dirán ¿Cómo es posible ir en contra de Aristóteles? Bueno, es que la economía no es una ciencia exacta, es una ciencia de la conducta, no es una ciencia natural y resulta que en las ciencias de la conducta los efectos pueden ser antes de las causas’’[2]

        En rigor, ninguna ciencia es exacta, pero ello no significa de manera alguna que pueda abandonarse –sin más- el principio de causalidad si volvemos a analizar el tema desde un ángulo praxeológico. Y por supuesto en ningún caso los efectos pueden ser anteriores a las causas, lo cual es una contradicción en términos.

En praxeología la causa es la acción, y las consecuencias de la acción pueden ser múltiples y diversas, y contrarias incluso a la voluntad del agente que actúa y que tuvo por mira el curso de la acción emprendida. Pero esto no habilita a invertir el orden causal que -por regla de la lógica- precede a todo efecto, sea este último esperado o no.

‘’Si todo mundo espera que haya una temporada de lluvia fuerte, no tiene que caer una gota de lluvia para que se produzca el efecto económico de la temporada lluviosa, basta con que la gente suponga que va a ser una temporada lluviosa y todos apuestan por la lluvia y en contra de la lluvia Si por el contrario viene seco y estamos en secano ¿Qué hacen todos los agricultores? Apuestan por el secano o en contra del secano y no ha caído una gota de lluvia. ``[3]

          Tampoco puede advertirse que es lo que quiere ‘’demostrar’’ el autor examinado en esta cita. Puede querer referirse a la actividad agraria por la frase final.

Ciertamente, las expectativas personales determinan cursos de acción, pero apenas se advierte que los hechos ocurridos no se corresponden a las expectativas que determinaran aquellas acciones, es de esperarse que (una persona sensata) modifique la acción originaria y la cambie por otra más adecuada a la ocurrencia de los hechos.

Siguiendo con el ejemplo del autor, si espero una temporada lluviosa e invierto en equipamiento para preverla (compra de impermeables, paraguas, botas, etc.) pero una vez llegada la época de la supuesta lluvia esta no se produce, seria de insensatos que yo continuara invirtiendo mi dinero en la compra de más equipamiento contra la lluvia.

Es que, así como las expectativas existen, estas no son fijas ni inmutables sino que se van reajustando de acuerdo a la ocurrencia o no de los hechos esperados. Si esto es, en definitiva, lo que está queriendo decir el autor, hubiera sido preferible que lo hubiera explicado de esta manera. De ser otra cosa lo que quisiera significar, no podemos adivinar cuál sería ella.

‘’Sencillamente porque en realidad los costos y beneficios no están asociados con la real ocurrencia de las cosas sino con la idea, la imaginación, la suposición, de que las cosas van a ocurrir. Yo me guio por lo que creo que me beneficia, yo me guio por lo que creo que me perjudica’’[4]

Sin duda que lo que aquí se dice es exacto. Pero también lo es lo que apuntamos en nuestro comentario anterior. Al carecer de omnisciencia el ser humano sólo puede guiar su conducta intuitiva o racionalmente.  En términos de Karl R. Popper, el ser humano opera en base a conjeturas y refutaciones, las que se corroboran o no, pero jamás se verifican. Esta es la única manera –conforme el filósofo austríaco- que el conocimiento progresa.

‘’Puede que la ley no perjudique a la gente, pero si la gente la interpreta como que la perjudica no lo van a cumplir. Y puede ser que la costumbre si perjudique a la gente pero la gente no lo interpreta como que lo va a perjudicar y va a preferir regirse por la costumbre y no por la ley’’[5]

        Es cierto pero, de cualquier manera, insistimos en que, si bien la gente actúa intuitiva o intelectualmente, aprende –en suma- a través del proceso de falsación explicado por Popper.

Actuamos guiados por expectativas, las cuales pueden tener una base racional o irracional. Esto puede ser corroborado o refutado mediante el método empírico. Es la experiencia la que da la respuesta de si la expectativa estuvo o no bien fundada.

Si el resultado de la acción es el efecto que esperábamos, allí corroboramos que la expectativa estuvo fundada sobre bases racionales. Si el resultado es adverso, entonces allí corroboramos que la expectativa era irracional.


[1] Enrique Ghersi ‘’El costo de la legalidad’’. publicado por institutoaccionliberal • 16/01/2014 • El costo de la legalidad | Instituto Acción Liberal http://institutoaccionliberal.wordpress.com/2014/01/16/el-costo-de-la-...

[2] Enrique Ghersi. ibídem

[3] Enrique Ghersi. ibídem

[4] Enrique Ghersi. ibídem

[5] Enrique Ghersi. ibídem

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