Por
Gabriel Boragina ©
Un típico mito
político argentino tiene como asumido que el peronismo seria la fuerza política
"mayoritaria" del país. Trataré de explicar porque no se trata más
que de una ficción.
En cada comicio
electoral, estadísticamente un tercio de los argentinos vota siempre al
peronismo, otro tercio no lo vota nunca, y el tercio restante lo vota la misma
cantidad de veces en que no lo hace.
Esto significa que
literalmente el peronismo -en votos- representa sólo un tercio del total de la
población en condiciones de votar.
Cuando me refiero
al peronismo, lo hago en su más amplio espectro y las distintas variantes en
las que se ha presentado en el mercado electoral argentino, que incluye lo que
prefiero llamar el peronismo de Perón
(a veces denominado "peronismo histórico", "fundacional" o
de "la primera hora", y que yo abrevio como PP); el peronismo de Menem (que designo como "peronismo
M" o brevemente PM) y el peronismo de
los Kirchner (que diferencio como "peronismo K", y abrevio como
PK). Con todas sus variantes y en todas sus diferentes facetas: PP + PM + PK = P.
Por eso, cuando aludo simplemente al peronismo (P) el lector deberá estar
alerta en cuanto a que apunto a los tres (PP-PM-PK) salvo que haga los debidos contrastes
para cada uno de ellos por alguna cuestión en particular.
Todos los gobiernos
peronistas han tenido un común denominador: la corrupción, variando el
grado de ella.
Supongamos la
siguiente escala de corrupción, y la ubicación de los diferentes "peronismos"
dentro de ella
MUY ALTA
|
PK
|
ALTA
|
PP
|
SEMI-ALTA
|
PM
|
MEDIA
|
---
|
SEMI-MEDIA
|
---
|
BAJA
|
---
|
MUY BAJA
|
---
|
El peronismo -también
en cualquiera de sus tres expresiones- ha sido (y sigue siendo) un populismo.
Asimismo, como en el caso de la corrupción (y como todo) el populismo admite
grados, lo que nos permite intentar un cuadro similar al anterior, pero esta
vez de populismo:
MUY ALTO
|
PK
|
ALTO
|
PP
|
SEMI-ALTO
|
PM
|
MEDIO
|
---
|
SEMI-MEDIO
|
---
|
BAJO
|
---
|
MUY BAJO
|
---
|
Otra característica
del peronismo es su estatismo. En su graduación, aquí notamos algunas
variantes, las que reflejamos en la siguiente escala:
MUY ALTO
|
PP
|
ALTO
|
PK
|
SEMI-ALTO
|
---
|
MEDIO
|
PM
|
SEMI-MEDIO
|
---
|
BAJO
|
---
|
MUY BAJO
|
---
|
Podríamos seguir
analizando otras características de este "movimiento" (como gustan
llamarlo sus seguidores), pero haría sumamente extenso lo que pretende ser un
breve análisis.
No vamos ahora a
explayarnos sobre que queremos significar con las palabras corrupción,
populismo, estatismo, etc. porque hemos dedicado muchísimos trabajos a
estos temas que sería muy espacioso reproducir aquí.
Estas
características, simplemente delineadas, no han sido -por supuesto- exclusivas
del peronismo, sino que las ha compartido con otros gobiernos que alternaron en
el poder, tanto civiles como militares y, supuestamente, anti-peronistas. Pero,
sin duda, el peronismo ha llevado al paroxismo (en las graduaciones sugeridas)
los rasgos más negativos de la política argentina en su conjunto.
Ahora bien, a pesar
de todo lo anterior, el peronismo ha gobernado el país por dilatados periodos.
Desde su aparición en 1945 y hasta el presente posee, evidentemente, el
historial de gobiernos más largos en el tiempo. Si, como sostengo, nunca ha
sido mayoría ¿cómo pudo haberlo logrado?
Primero veamos como
distribuyen sus votos los peronistas (P) los no peronistas (NP) y los antiperonistas
(AP):
P
|
VOTA SIEMPRE
|
P
|
NP
|
VOTA
|
P o NP o AP
|
AP
|
NUNCA VOTA
|
P
|
AP
|
VOTA
|
AP o NP
|
Como observamos, la
mayor flexibilidad electoral -a la hora de depositar sus sufragios- son los NP.
Por ende, son los que definen toda elección a favor o en contra de los
candidatos P, NP o AP.
Lo que ha determinado
las elecciones en las que históricamente el peronismo se alzó con el triunfo
fue ese tercio no peronista (NP) ni antiperonista (AP) que mencioné antes. Los
que -alternativamente- en cada elección, votan al peronismo o a alguna otra
fuerza o partido no peronista o antiperonista. ¿Cómo es ello posible?
Para responder esta
pregunta, la mira debe enfocarse en un estudio más profundo, que contemple la
sociología política del argentino medio. En esta línea, puede decirse que el
plafón ideológico de este, es la socialdemocracia, lo sepa o no. A muy grandes
rasgos, la socialdemocracia postula el intervencionismo estatal, y oscila entre
un menor o mayor grado del mismo, conforme a las circunstancias.
El peronismo es un populismo,
y -como tal- no abraza ninguna ideología precisa, sino que las utiliza y las
cambia (o intercambia) en función de que le permitan arribar y conservar el
poder político y económico a todo trance. Se ha dicho que la única "ideología"
del populismo es este último objetivo.
Esta "plasticidad
ideológica" (por llamarla de alguna manera) le permite mutar sin rubor,
desde el intervencionismo más extremo hasta el más moderado, pero sin dejar de
lado jamás el intervencionismo.
Como el liberalismo
es anti-intervencionista, el populismo nunca podría ser (ni lo fue) liberal.
Dígase, obviamente, lo mismo del peronismo.
Este -como
populismo- ha sabido adaptarse a esas estrategias de conversión, y las ha
modelado conforme la idiosincrasia del argentino medio quien, a sus espaldas,
carga con una larga historia de caudillismo y personalismo que forman parte
esencialísima de todo populismo y -por consiguiente- igualmente del peronismo.
Esa absoluta falta
de compromiso ideológico, siempre le facilitó ofrecer un discurso acorde a
aquello que sus oyentes circunstanciales deseaban oír, lo que le ha
posibilitado alzarse con la victoria en muchas contiendas electorales, zanjadas
por ese tercio de ciudadanos no-peronistas (NP) quien -en sentido inverso- le
ha infringido, asimismo, sendas derrotas cuando esa fracción ciudadana creyó
que había llegado el momento de menos estatismo en el gobierno.
Sin embargo, un
menor estatismo nunca es primera prioridad para un electorado que comparte -en más
o menos- el sistema estatista, como es el argentino. Las derrotas del P, desde
la primera en 1983 hasta la fecha, no representaron (ni quisieron serlo)
derrotas del estatismo, sino que trataron de ser derrotas a la corrupción.
Sucede que al
argentino promedio le cuesta muchísimo reconocer que el intervencionismo
estatal lleva necesariamente a la corrupción, y que esta es no otra cosa que un
simple efecto de aquel.
Este esbozo, naturalmente,
no agota el examen del peronismo. Y será sumamente extraño que un peronista
este de acuerdo con el mismo (algo que, dicho sea de paso, no lo espero). Pretendo
aquí -simplemente- dar mi visión personal sintética de este peculiar fenómeno
político argentino.
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