Por Gabriel Boragina ©
"En Atenas, los
pequeños
labradores abrumados de deudas pugnaban por variar su situación
y la inminencia del movimiento social se hizo palpable en la época
de Solón
y favorecida por las divergencias existentes entre las clases privilegiadas.
Los derechos políticos
fueron graduados según la fortuna, y la elegibilidad
para los cargos más
elevados se reservó para aquellos poseedores de una
importante extensión de tierra que le produjera una renta
anual considerable (500 fanegas de grano o su. equivalente en vino y aceite).
Concretamente, una serie de medidas hicieron disminuir "la omnipotencia de
los eupátridas
y permitió
a los pobres defenderse con iguales armas, por procedimientos legales. "Eso
es lo que se conoce como la Constitución de Solón
y fue corno la carta fundamental de la democracia ateniense, destinada en
virtud de los principios mismos que estableció
a determinar nuevos progresos en el sentido democrático";
aunque hay que reconocer que dicha Constitución
era en parte plutócrata,
porque sólo
permitía
a los más ricos ocupar los cargos
públicos,
y en parte aristócrata,
porque sólo
podían
desempeñar
funciones ejecutivas judiciales los hombres de reconocida experiencia."[1]
Al parecer, Solón quiso introducir algo parecido a lo
que hoy conocemos como la igualdad ante
la ley. Con la salvedad que esa igualdad se limitaría a la igualdad
política y no a otra, y sería bastante relativa, habida cuenta que -conforme
nos explica el autor en comentario- su "Constitución
era en parte plutócrata,
porque sólo
permitía
a los más ricos ocupar los cargos
públicos,
y en parte aristócrata,
porque sólo
podían
desempeñar
funciones ejecutivas judiciales los hombres de reconocida experiencia". Se
puede inferir que esas deudas que afligían a los labradores eran ocasionadas por
abusivos impuestos, lo que demuestra la temprana voracidad fiscal del estado,
que -en rigor- fue una constante, no exclusivamente en la antigua Grecia sino
en todas partes del mundo desde los tiempos prebíblicos hasta el presente. Este
es un rasgo en que la humanidad no ha parecido avanzar demasiado, excepto en el
periodo de la revolución liberal entre los siglos XVIII y comienzos del siglo
XX. Desde esta última fecha hasta el momento en que escribirnos se ha producido
un severo retroceso en materia fiscal. Hoy como ayer, el ciudadano esta posicionado
frente al fisco tal como lo estaban aquellos antiguos labradores griegos agobiados
de deudas.
"Hay que
reconocer, no obstante, que Solón prepara el movimiento democrático
ateniense, y es con la obra de Pericles que se llega al apogeo de la evolución,
consolidándose
el principio del gobierno del pueblo y ejercido por los ciudadanos, pero con la
observación
de que el pueblo sólo estaba integrado por el
conjunto de ciudadanos atenienses cuyos padres también
lo fueron y tanto es así que aparte de ellos, existían
los metecos y por último los esclavos que eran
considerados sin personalidad, como un instrumento animado, una cosa con vida
(y tal vez con alma). La esclavitud constituía
el motivo principal de las luchas políticas y sociales de
la Grecia antigua y dividía a la sociedad en dos partes:
ricos y pobres. "Esta polarización antitética
—dice
Corrado Barbagallo— entre la riqueza, o mejor aún,
entre la fortuna, y la indigencia, provocaba efectos políticos
igualmente malos, dentro de la nobleza y del bajo pueblo"."[2]
Tenemos que inferir de este texto que los pobres eran
los esclavos y los ricos sus dueños. Sin embargo, se menciona a los metecos,
que únicamente se diferenciarían de los esclavos en que serían hombres libres,
pero sin derechos políticos de ninguna clase dado que no se les consideraba ciudadanos,
y sólo estos gozaban de derechos políticos. No es difícil imaginar que estos metecos
entrarían también dentro de la categoría de pobres
(aunque no esclavos) ya que -conforme venimos viendo- el poder político los
ricos se lo reservaban para sí mismos. Del contexto se infiere que, de la
igualdad que se sigue tratando es de la igualdad
política que aquí el autor identifica con la democracia. Ese "gobierno del pueblo" de Pericles era
bastante peculiar, dado que estaba reservado a una parte minoritaria de la sociedad
ateniense. La circunstancia que no se les concedieran derechos políticos a los
metecos y esclavos es muy fácil de deducir. Estos constituían la base económica
de la clase gobernante (ciudadanos), de conferírseles igualdad de derechos
políticos a la de estos, cómodamente se convertirían en clase gobernante y
terminarían desplazando a los ciudadanos de su condición privilegiada.
"Del concepto de
democracia expuesto por los historiadores y políticos
griegos surgen principios de una doctrina moral y política,
adquiriendo la democracia un significado humano. Tucídices,
en su relato de la guerra del Peloponeso, hace decir a Pericles, en su discurso
en homenaje a los atenienses muertos, que "nuestro régimen
político
es la democracia y se llama así porque busca la utilidad del mayor
número
y no la ventaja de algunos. Todos somos iguales ante la ley, y cuando la república
otorga honores lo hace para, recompensar virtudes y no para consagrar el
privilegio. Todos somos llamados a exponer nuestras opiniones sobre los asuntos
públicos".[3]
No obstante, ya hemos visto que ese "todos"
en realidad era bastante restringido en los hechos. Se limitaba a los ciudadanos,
excluyendo a metecos y esclavos que constituían la mayor parte de la población
y servían de sustento económico a aquellos. Sin embargo, el concepto -como
ideal en sí mismo- resulta brillante, aunque fuera puesto en práctica efectiva
muchísimos siglos más tarde con el advenimiento del liberalismo, momento en que
el vocablo "todos" adquirió su verdadera significación y se extendió
a todos los individuos por igual, y no a los miembros de una determinada casta
o clase social. Por lo demás, qué es lo que pretendió decir el autor al
expresar "adquiriendo la democracia un significado humano" queda en
la más completa de las nebulosas, ya que resulta dificultoso concebir un sentido
inhumano de la democracia. Lo cierto
es que, en las palabras de Pericles, resulta claro que entendía la democracia
como el gobierno de la mayoría ("busca la utilidad del mayor número
y no la ventaja de algunos") recordando que en la concepción clasista
griega (y del mundo antiguo en general) ese "mayor número" incluía a
la nobleza, excluyendo todas las otras demás clases.
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